¿Entretener o

Predicar?

Nos cuesta entender las cosas que hacen los artistas cristianos de hoy, como “métodos” para insertarse en el mundo y llamar su atención. Meditando sobre la forma de vivir y de hacer las cosas de muchos de nuestros hermanos, nos da mucha pena que tomen tan a la ligera el tiempo y el talento que Dios les ha dado para entretener a la gente, que cada día esta más perdida. Lo que esta de moda ahora es escribir mensajes positivos, cristianismo bien “light”, para que la gente nos digiera y por supuesto, para cumplir con las expectativas de venta de mi casa disquera. Eso es sacando a los artistas que se convierten a Cristo y siguen haciendo su “trabajo”, como si nada.
No es querer encerrarse en la religiosidad o que no nos divirtamos haciendo música de consumo masivo o comercial; la disyuntiva llega cuando comenzamos a tratar temas en nuestras canciones que distan mucho del original, o sea, es como si jugáramos al teléfono (ese juego, donde los participantes se informan algo, a manera de secreto al oído, hasta que se llega al ultimo. Este es responsable de dar a conocer la información; que ya ha sido distorsionada al punto de sonar parecido pero no ser lo mismo) con nuestras canciones que simulan la presencia vaga y distante del plan original y divino.

Y es que, a nuestro parecer, hemos olvidado la esencia de lo que somos y para lo que estamos. Es tan triste ver gente talentosa, que Dios ha llamado hacer canciones que edifiquen y atraigan tantos corazones al conocimiento de Jesús y que hoy se dediquen hacer canciones de cuna, desorientando y durmiendo a la gente sin que entiendan cual es el propósito verdadero de Dios.
Al actuar de esta manera, obviamos una de las verdades centrales del cristianismo:

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
2 CORINTIOS 5:17

Si bien Pablo se refería al cambio que alguien experimenta cuando conoce a Cristo y lo hace su salvador personal, con respecto a su eternidad y a su estado espiritual; también arma un contraste entre el antes y el después de lo que pensamos, sentimos, queremos, hacemos, usamos y vivimos. Si nos apegamos a lo que dicen las escrituras y lo encerramos en el aspecto de contenido de canciones que escribimos para el consumo de todos; es imposible que desperdiciemos 3, 4, 5 minutos en una canción, hablando de otra cosa que no sea lo que Dios quiere hacer en la vida del que escucha.

El mundo esta saturado de canciones color, olor y sabor esperanza. Es tiempo de dejar de vender sueños y dar a probar la esperanza verdadera que es en Jesucristo; de dar por gracia lo que también hemos recibido.
¿Cómo es posible que un artista cristiano, encuentre inspiración para escribir de tantas cosas que no tiene nada que ver con lo más urgente que debe entender el ser humano? ¿Dónde quedo el amor por las almas y llamado a ser luz y sal, que tanto alardeamos de que fue la base de nuestros inicios?

Parece ser que es mas fácil servir de placebo para el flagelo del pecado, que hacer música que impacte la vida de alguien. Es más fácil vender al Maestro por par de ciclos de plata, que padecer económicamente por amor al Señor (no quiero decir con esto que el cristiano no gana dinero, Ok? Tenemos muchos ejemplos de artistas cristianos que Dios los ha bendecido abundantemente por medio de la música).

El evangelio verdadero es responsabilidad, valentía y desafió diario. No basta con ser buenos artistas y excelentes intérpretes si al final sólo somos una caterva de tibios, indecisos, pasivos espectadores de la historia, convertidos en el vómito de Dios.
Hacer una canción de amor hacia tu espos@, padre, madre, hijo o quien sea que ames, esta muy bien. Pero de ahí a componer un disco entero de declaraciones amorosas; es alarmante para alguien que ha sido elegido para anunciar el Reino de Dios. Y eso, que no hemos mencionado la parte de los errores teológicos y doctrinales que  decoran sus tan
hermosas melodías.
Es bueno, que de una vez por todas acojamos el llamado de Josué:
-Escojamos hoy a quien servimos. Nuestro compromiso no esta en adaptarnos a lo que hay, ni tratar de encajar, ni maquillar el evangelio a nuestro antojo sino en eliminar
cualquier valor que no sea compatible con la verdad de Cristo, dentro de ellos, la liviandad.
Solo queda la reflexión y el reto. Atreverse a brillar con la luz de
Jesús y no con la de los reflectores del mundo, arraigados en la
bendita esperanza de: “Quien hace la voluntad de Dios, permanece para siempre”.